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Octubre fue el mes de la concientización sobre el cáncer de mama, pero la concientización no se limita a un mes. El cáncer de mama nos afecta a muchos de nosotros más allá del mes de octubre. En 2017, hay más de tres millones de mujeres con antecedentes de cáncer de mama en los Estados Unidos, y aproximadamente el 85 por ciento de las mujeres que desarrollan cáncer de mama no tienen antecedentes familiares de la enfermedad. El cáncer de mama es indiscriminado y generalizado; Su prevención, tratamiento y recuperación son temas de importancia para todos.
Pasé varios años como dietista registrada en el Instituto de Cáncer Tisch en la ciudad de Nueva York, que culminó con un papel invaluable en el Centro de Mama Dubin. Allí pasé mi tiempo trabajando con mujeres increíbles en todas las etapas del tratamiento y la supervivencia del cáncer de mama para aliviar los síntomas y los efectos secundarios de los medicamentos y crear hábitos de vida saludables. Las mujeres con las que consulté tendían a estar ansiosas por aprender métodos naturales para optimizar sus tratamientos y los “súper alimentos” para incorporar en sus dietas. El jengibre se ha usado con fines medicinales durante siglos y es ampliamente conocido por sus propiedades para reducir las náuseas. Las mujeres que se someten a quimioterapia beben té de jengibre o mastican caramelos de jengibre para aliviar sus náuseas. Aunque es fascinante, estudios recientes han demostrado que el jengibre es mucho más que un alivio de los efectos secundarios en el ámbito del cáncer de mama.
El jengibre contiene poderosos fitoquímicos, que son compuestos de plantas que tienen cualidades que promueven la salud. El Instituto Americano para la Investigación del Cáncer, entre otras organizaciones respetadas, promueve el consumo de fitoquímicos populares, como el resveratrol y el licopeno, para los sobrevivientes de cáncer. En jengibre, estos nutrientes naturales menos conocidos incluyen gingeroles y shogaoles. Los shogaoles han sido de interés en la investigación médica por sus beneficios anticancerígenos y antiinflamatorios, y estudios prometedores han examinado los efectos sobre el cáncer de colon, el cáncer gástrico y el cáncer de mama.
Un estudio de laboratorio realizado en 2010 investigó el mecanismo preciso mediante el cual los fitoquímicos en el jengibre pueden influir en el cáncer de mama, y los investigadores concluyeron que los shogaoles atacan y afectan una ruta importante en el desarrollo del cáncer, conocida como Nf-κB. Actualmente se cree que Nf-κB promueve el desarrollo y la progresión de tumores en al menos las siguientes formas: 1. Nf-κB activa y mantiene la inflamación, que las células cancerosas necesitan para prosperar; 2. Nf-κB estimula la reproducción de las células cancerosas y previene la apoptosis (muerte) de las células cancerosas; 3. Nf-κB está involucrado en el proceso de formación de nuevos vasos sanguíneos en tumores; 4. Y finalmente, Nf-κB promueve la metástasis (propagación a lugares distantes) del cáncer.
El jengibre es increíblemente fácil de incorporar en la dieta. El jengibre agrega un sabor purificador y picante a los alimentos y puede agregarse rápidamente a los batidos, sopas o salsas.
Dados los daños potenciales de Nf-κB, es convincente que las personas con y sin antecedentes de cáncer de mama incluyan el jengibre en la dieta. Además, a diferencia de muchos otros remedios “naturales”, el jengibre generalmente se considera seguro para consumir durante los tratamientos convencionales contra el cáncer (aunque siempre recomiendo hablar con su médico antes de realizar cualquier cambio importante en la dieta).
Por: Alexandra Rothwell Kelly, MPH, RD, recuperado de https://gingerpeople.com/news/ginger-a-breast-cancer-superfood-by-alexandra-rothwell-kelly-mph-rd/?fbclid=IwAR0_N-yIWIfX39CR845XDwQJkJetIs3yaUDp37UuP5beJ73O-OVaTLA1i2E